lunes, 28 de septiembre de 2009

Capítulo 4 [Dudas]

Decidí aceptar todo lo ocurrido como realidad. Fue entonces cuando comencé a plantearme seriamente una enorme cantidad de dudas. En primer lugar ¡¿Por qué seguí a esa cosa?! En realidad, ¿Por qué apareció una rata de un anormal tamaño y color en mi habitación? Tenía una energía misteriosa que me impulsó a seguirla. Me pareció algo esperable que se dirigiese al ático, al espejo en especial. No se, pero es la habitación mas... mágica de la casa. Luego, algo... alguna fuerza extraña venció mi cordura y me impulsó a intentar atravesar un espejo. ¡Y lo logré! ¿Logré atravesar un espejo? Logré atravesar un espejo. O eso creía... o al menos quería creer. Sentía un enorme deseo de creer que todo fue verdad. Quería creerlo fuese como fuese, por más que debiese enfrentarme a mi propio sentido común. Es que, fue tan... hermoso. Tan perfecto. Por más que careciese de cordura mi experiencia de la noche anterior, me esforzaba por pensar que había sido verdad.

De aquel misterioso lugar no recuerdo demasiado. Se que atravesé el espejo, y luego de una oscuridad total que me abrumaba, aparecí en un jardín. Si, eso lo recuerdo. El jardín parecía interminable hasta donde alcanzaba la vista. Yo estaba parada en un trozo de césped, y había miles de flores ubicadas perfectamente formando distintos diseños. Recuerdo que alcancé a ver algo así como una casa de estilo antiguo, que tenía una torre que resaltaba. Y también... creo haber oído una voz. No estoy muy segura de lo que dijo, pero era hermosa. Dijo algo sobre alguien... un pedido... Aún no lograba descifrar que había querido decir con “pedido”. ¿Qué querían de mí? ¿Debo suponer que esa rata era algo así como un mensajero? Quizás le habían mandado a llamarme. Pero eso no tenía sentido, ¿Que podría hacer yo por...ellos o... eso? Además de que todo era tan perfecto... no parecía que hubiese ningún problema. Y dudo que hubiesen querido invitarme a tomar el té. ¿Aunque por qué no? Hubiese sido agradable...

El paquete de galletitas ya había quedado vació. Mientras más tiempo transcurría, más dudas se me presentaban, y más hipótesis yo creaba. Cada una más loca que la anterior. Era genial.

Me recosté sobre el pasto y me dediqué a mirar el cielo con la mente en blanco. Mentira. En realidad, sí había algo que ocupaba mi mente. Era esa voz tan perfecta, que provenía de aquella figura tan hermosa, la cual casi no había logrado contemplar.

Quedó dando vueltas en mi mente. No pensaba acerca de ello, solo estaba allí, ocupando un lugar. No estaba planteándome dudas ni creando hipótesis acerca de él, solo me dediqué a admirar y disfrutar los breves recuerdos suyos que poseía.

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