domingo, 21 de febrero de 2010

Capítulo 12 [Hatter]

Al abrir los ojos, me encontraba en aquella habitación, la habitación de mi sueño, sólo que ésta vez, estaba parada bajo el marco de la puerta, ¡y era yo! la verdadera yo, tal y como había salido del mundo real instantes atrás y no esa... cosa de anoche. Sin pensarlo dos veces avancé hacia al juego de sillones, pero, al situarme frente a ellos, me llevé una sorpresa: Mi anfitrión no se encontraba allí. Debo admitir que eso me preocupó un poco, aunque no llegué al punto de caer en pánico. Respiré profundamente, me tranquilicé y decidí tomar el atrevimiento de sentarme. Tal y como en mi sueño, en el sofá largo; a decir verdad no estoy muy segura de por qué elegí ese sitio.

Comencé a admirar los detalles de la sala desde donde me encontraba: Frente a mí, una mesita no muy alta, de esas de café, color algarrobo con las patas torneadas y finos dibujos talladas en ellas. Sobre dicho mueble, encontrábase un pequeño recipiente con tapa, redondeado y chato. Era de color blanco con unas florcillas rosas pintadas. La curiosidad me impulsaba a hacerlo, pero mis modales me lo impedían. Finalmente, estiré mi brazo y al abrirlo, descubrí que se trataba de una caramelera. Estaba llena de pequeñas paletas y dulces de colores. Entonces, oi unas suaves pisadas del otro lado de la puerta, solté la tapa del recipiente debido al sobresalto, y le oí decir mientras cruzaba el umbral:

-¡Alice querida, ya has regresado! No te esperaba tan pronto, disculpa mi ausencia. Te he extrañado; un poco.

Entonces sabía que regresaría. Y... ¿Como es eso de que ‘un poco’? Bueno, más preguntas que hacer.

Con un paso firme y elegante, se acercó a donde me encontraba, hasta detenerse frente a mi. Tomó mi mano, la cual tenía sobre el regazo, si, la mano con el lazo violeta, y la besó. No estoy muy segura de esto, pero tengo el presentimiento de haberme sonrojado. Nunca nadie me había besado la mano como saludo. Acto seguido tomó asiento a mi lado, y no me dio tiempo siquiera a decir nada que ya estaba contestando mis preguntas aun no formuladas.

-Lamento no haberme presentado en ocasiones anteriores, es que nuestros encuentros fueron demasiado... fugaces. Comprendo que sientas que estás en desventaja, dado que yo conozco tu nombre pero no así tu el mío. Pues lamento decirte que soy incapaz de solucionar eso. Mi nombre se perdió hace mucho tiempo ya en el bosque, pasé demasiado tiempo allí, exiliado por... bueno, eso no importa, el caso es que yo salí, pero mi nombre quedó allí, quizás para siempre, no lo sé. Pero puedo mejorar tu situación un poco, llámame Hatter si así lo deseas. Déjame contarte un poco sobre mí.

-Gr-acias... creo-Agregué un poco extrañada por aquella repentina ráfaga de información. Así que Hatter...

-Oh, discúlpame, ¿querías decir algo?

-No... no, está bien, continúa.

-Gracias. Te decía... que la receta de los muffins... -No pude evitar una pequeña risita, pero él lo notó y al instante se detuvo en seco, y, con una extraña expresión, continuó -No, eso no estaba diciéndote. Querías saber algo sobre mi. Pues, no hay demasiado que decir, como habrás notado, esa es mi humilde morada. Vivo aquí los 365 días del año, excepto cuando viajo, aunque últimamente eso no es muy frecuente en mi. Ya no se puede estar seguro en casi ningún lugar aquí. Tienes suerte, ¿Sabes? Esta torre está protegida con hechizos de antaño, nada a sus alrededores puede ser destruido con esas cosas modernas y materiales que usan los soldados de la reina, bah, ¡puras baratijas!- Se detuvo un momento, como si hubiese perdido el hilo de la conversación, luego, continuó con un tono despreocupado.

-Lo siento, suelo... irme por las ramas, como dicen. Continuando... aquí vivo yo, con mi ama de llaves, es como una madre, siempre preocupándose por mi salud y esas cosas, ya sabes, es una mujer tan dulce. Y, creo estar seguro de que no lo has visto: allí abajo- dijo señalando la ventana a nuestra izquierda- está la madriguera de mi querido amigo Reich, ya lo has conocido. Es un viejo amigo, todo un aventurero, un gran joven, pero con todos estos problemas que últimamente están teniendo lugar en Wonderland, pues, ya verás, se le dificulta un poco su pasión por descubrir nuevos horizontes, así que lo he invitado el tiempo que desee a permanecer aquí. Como agradecimiento, suele hacer algunos recados por mi, como habrás notado.- Hablaba con tanta seguridad que llegaba a desconcertarme.

-¡Oye, ni siquiera has tocado tu taza! Vamos, bebe un poco de té, ¿El te de Chai es de tu agrado verdad? Había apostado a que si, literalmente, aposté con Reich que te gustaría. ¿Es por eso que no bebes?-Y una leve expresión de angustia comenzó a dibujarse en su rostro.

Argh, basta, mi cabeza no podía procesar tanta información junta y como si fuera poco hablaba a una velocidad increíble, aunque articulaba perfectamente cada palabra, y no paraba de cambiar de tema abruptamente. En fin, creo que lo correcto sería responder a su pregunta primero.

-¡No se preocupe, no se preocupe! Si me gusta el te de Chai... a decir verdad, es mi favorito.- No podía creer como lo sabía.

-Oh, eso es un alivio- Y añadió pensativo por lo bajo- ...eso significa que Reich me debe una nueva tetera...-Y continuó dirigiéndose a mi -¿Entonces por qué no bebes querida? Vamos, no tengas vergüenza, toma una galleta también.

En realidad ni siquiera había notado la presencia de las tazas, tetera, y bandeja con galletitas hasta que lo mencionó. Estoy segura de que cuando llegué esto no se encontraba ahí, sólo estaba la caramelera. Él no lo trajo, y nadie más entró a la habitación... Que extraño es todo. De todas formas, no podía rechazar su invitación, así que agarré la delicada tacita de porcelana con detallados diseños muy similares a las florcillas rosas del otro recipiente, y tomé un pequeño sorbo. Y también así, evité responder a su pregunta. Es que “no lo había visto” suena tan... tan tonto ¿Quien no ve una taza de te frente suyo?