viernes, 25 de septiembre de 2009

Capítulo 3 [El Retorno]


Todo se veía oscuro y nublado. Lentamente abrí los ojos, me costaba hacerlo. No podía ver demasiado, la luz era muy tenue. Me encontraba tendida sobre algo mullido, no lograba darme cuenta de donde estaba. Me senté y la cabeza me dio vueltas por lo que debí agacharla un momento. Cuando logré recuperar un poco la estabilidad me enderecé y abrí los ojos lo más posible. Me dolía la vista, como cuando acabas de ver una luz muy fuerte. Me refregué un poco la cara con las manos, sentía un tenue dolor. Poco a poco comencé a distinguir las figuras. Caí en la cuenta que estaba sentada sobre una cama, y al parecer me encontraba en una habitación común y corriente. Claro, era mí habitación.

Me dolía casi todo, más que nada la cabeza y la vista; estaba un poco mareada también. Era una sensación extraña. Me levanté de la cama y fui hasta el ventanal. Abrí un poco la persiana, para comprobar si era de día o de noche. Aun era de noche. Una tenue luz se filtraba por los espacios. Posiblemente ya estuviese por amanecer. La confusión me atormentaba, no podría volver a dormir.

Aun sin creer que me encontraba en la habitación de la casa de mi abuela, fui hasta el placard y tomé algo de ropa. Lo primero que encontré fue un jean gastado, negro, y una remera de un recital del año pasado, lo agarré y me lo puse. La verdad no me importaba demasiado que estuviera vistiendo. Me calcé las zapatillas y las dejé con los cordones sueltos. Bajé a la cocina. Ni siquiera prendí la luz. Agarré un paquete de galletitas que había en un cajón y enfilé hacia el patio trasero.

Por más que había un hermoso juego de sillones y mesa de jardín, todos de metal forjado, preferí sentarme en la hierba, frente al pequeño lago artificial que mi habuela había pedido construir cuando yo solo era una niña. En el centro había una fuentecilla no muy alta, que aun funcionaba. Flores las había por doquier, y estaban hermosas. En verdad nunca me gustó demasiado la jardinería ni la decoración, no suelo darle mucha importancia a cuestiones estéticas, pero amo admirarlo. La armonía y la paz que tenía ese jardín eran tan bellas. Aun no había mucha luz, era muy temprano. Abrí el paquete y comencé a comer casi mecánicamente, mientras miraba el agua de la fuente como caía eternamente.

A medida que la luminosidad aumentaba, mis dudas y mi confusión crecían. No comprendía que había pasado esa noche. ¿Realmente había sido verdad, o todo fue un simple sueño? En aquel momento, era muy consciente de que era verdad, además de que durante todo ese tiempo usé un pensamiento muy racional. Bueno, quizás seguir a una rata gigante a las cinco de la mañana e intentar atravesar un espejo no sea demasiado racional, pero yo era consciente de que eso era una locura. ¿No se supone que en los sueños olvidamos la lógica de las cosas?

Noté también, que estaba muy cansada. Eso podía ser una prueba de que había sido verdad... o de que no había dormido bien. Había permanecido despierta hasta muy tarde, y desperté apenas entrada la mañana, era lógico que me sintiese cansada. No había descansado casi nada. A decir verdad, creo que lo único que dormí fue desde el momento en que... que aparecí en un... jardín..., cuando caí rendida, hasta hace unos minutos. Claro; siempre y cuando, suponiendo que todo lo que había vivido esa noche fue real.

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