viernes, 16 de octubre de 2009

Capítulo 6 [Desilución]

Pasé el resto de la mañana en el jardín, pensando en nada, solo mirando perdidamente el cielo. Quería hacer algo al respecto, y sabía que quedándome allí no lograría mucho, pero una parte de mi deseaba quedarse allí para siempre. No quería que la felicidad que me inundaba se desvaneciera...Pero debía investigar. Tenía que saber algo más sobre lo que había ocurrido, sobre aquél lugar y aquella persona. Además, también estaba la incógnita de por qué mi abuela sabía tanto.

Luego de un tranquilo almuerzo, subí a la que era mi habitación y comencé ver si había indicios de que algo hubiese sucedido. Si realmente una rata gigante había tirado el lapicero de mi escritorio, éste debería estar en el piso. Efectivamente allí estaba. Lo levanté y lo volví a su lugar original. Luego; no conozco ningún animal que no deje pelos por donde pase. Me dirigí a los pies de mi cama, y también allí había otra prueba: unos pequeños pelos blancos dispersos por toda la alfombra. Bueno, aparte de esas dos cosas no se me ocurrían buscar otras pruebas, pero creo que con eso es más que suficiente para probar que no estoy loca. A menos que esté alucinando, claro, pero es poco probable.

El siguiente paso que se me ocurrió fue dirigirme al ático. No sabía bien qué buscaba. Entré como esperando encontrarme con algo extraño o que me sorprendiese. Pero no, todo estaba como siempre. Esa energía del cuarto aun estaba, como de costumbre. Me acerqué al espejo. Dediqué unos largos segundos a mirarlo, a apreciar cada detalle. Y, finalmente, vi en él mi reflejo. Era el mismo de todos los días, nada había cambiado. Excepto por un pequeño detalle: el lazo en mi muñeca. Por fin, me decidí a tocar el espejo, quizás, con la esperanza de que mi mano lo atravesara. Pero no fue así. Nada sucedió. El frío vidrio bajo mi mano seguía tan sólido como lo fue siempre. Un tanto decepcionada le di un golpecito con el pie. Lo mismo; nada sucedió. Una vez más. Si, lo intentaría una vez más. No se por qué seguía esperando que algo sucediese, ya había comprobado que al parecer era solo un espejo normal. Apoyé ambas manos sobre el vidrio y ejercí una pequeña fuerza sobre él.

Incrédula regresé a mi habitación y me arrojé sobre el sofá frente a la cama. Aun no podía creer que no hubiese sucedido nada. Pero yo tenía pruebas de que lo sucedido la noche anterior era verídico.

Luego de pensarlo durante un rato, llegué a la conclusión más obvia: me había sido imposible atravesar nuevamente el espejo. Darme cuenta de aquello me desilusionó de tal forma, hasta el punto de casi no querer bajar al momento en que mi abuela me llamó para tomar el té. Pero debía continuar con mi búsqueda, no permitiría que esto acabe aquí.

Me levanté del sillón y bajé rápidamente al living donde ya se estaba sirviendo el té.

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