viernes, 27 de noviembre de 2009

Capítulo 9 [Cansancio]

La sangre se me heló al oír aquella voz. La reconocí al instante. Esa suave voz que conocía mi nombre, que se había dirigido a mí, ya en dos ocasiones. Tome una bocanada de aire y continué mi camino nerviosamente hasta dar la vuelta. Hice lo que me dijo y me senté cuidadosamente en el pequeño sofá individual situado a su derecha. Cuando me apoyé sobre el mullido almohadón, repentinamente me sentí muy cansada, una niebla cubrió mi mente, y se me hacía difícil mantener la lucidez. No quería dar muestras de ello, pero de todas formas, mi anfitrión se percató, aunque su rostro no mostró imagen de preocupación alguna.

-Comprendo que estés cansada Alice. Es algo normal, suele suceder las primeras veces que ingresas. Esta... realidad digamos, es un poco distinta a la suya y suele causar fatigas.-

Hablaba tan calmadamente, con una voz tan suave y acogedora que logró calmar mis nervios, pero, a su vez generó una aun mayor sensación de somnolencia en mí. “Por favor, no otra vez, déjame un rato mas...” No quería caer dormida nuevamente, quería al menos seguir oyendo aquella hermosa voz, dado que su figura me era casi ininteligible ya.

-Oh, es una lástima que ya debas regresar querida. Descansa, pronto nos veremos.- Y con esas últimas palabras caí rendida en el sofá, mientras un suave guante acariciaba mi mejilla.

Una hermosa sensación de paz y tranquilidad me cubría. Por la ventana se colaban unos rayos de luz anaranjados. Estaba... feliz. No, no debía estar feliz. Debería estar sumamente molesta conmigo misma. No pude haberme dormido cuando ya me encontraba frente a él... No me importa que sea algo normal, no puedo ser tan débil. La culpa comenzó a intentar cubrir esa felicidad, pero le fue imposible al recordar esas palabras “...pronto nos veremos.” Deseaba verme. Y el recuerdo de aquella mano enguantada posándose sobre mi mejilla fue lo que faltaba para dibujar una sonrisa en mi rostro.

Me senté en la cama. Quería pensar en todo lo sucedido, recordar todo lo que había visto, aquellas mágicas habitaciones, el paisaje... pero las ansias por regresar me invadían. No podía detenerme a recordar, quería vivirlo nuevamente. Hay veces, en las que conoces algo nuevo, sin lo que habías podido vivir toda tu vida, pero rápidamente te haces adicto a ello, y quieres verlo, tenerlo, vivirlo, oírlo, una y otra vez, y cada vez, más frecuentemente.

Bájenme a la realidad. O a lo que mejor le quepa el adjetivo. No se puede vivir de recuerdos, quiero ir nuevamente y permanecer ahí hasta que mi curiosidad esté satisfecha. Deberé estar bien descansada para ir y no caer dormida al poco tiempo, como ya me paso. Quizás con la “práctica” pudiese resistir cada vez más... Él dijo qué era algo normal sentir somnolencia las primeras veces por... no recuerdo por qué, estaba muy cansada ya. De todas formas, ahora no me siento adormecida. En realidad, estoy extrañamente feliz y lúcida, como quien despierta de un bonito sueño. Eso es algo bueno.

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